Reducir su carga tóxica - Parte I

Todos hemos oído el dicho somos lo que comemos... pero ¿cuántas veces consideramos que también somos lo que respiramos, tocamos y pensamos? 

Sin duda, hacer un "enero seco" y comprometerse a más batidos verdes o entrenamientos semanales después de las vacaciones son grandes maneras de restablecer después de 3 meses de exceso de azúcar, alcohol y alimentos ricos. Sin embargo, nuestros cuerpos están sometidos a muchas más toxinas durante todo el año que simplemente lo que está en nuestra mesa de la cena de vacaciones. 

Los médicos y científicos lo llaman Carga tóxica total (también conocida como "carga corporal"): la carga acumulada que soportan nuestros cuerpos por la exposición a sustancias químicas ambientales, contaminación, radiación, metales pesados, micotoxinas y moho, además de factores relacionados con el estilo de vida, como la dieta, los fármacos y los medicamentos. incluso el estrés (sí, el estrés puede ser una toxina). 

En la actualidad, todos los seres humanos están expuestos a contaminantes sintéticos en el agua potable, el aire y los alimentos, así como en productos de consumo y pesticidas domésticos. Algunas de estas sustancias químicas resisten el metabolismo y la excreción, por lo que se acumulan en los tejidos corporales. La cantidad de una sustancia exógena o de sus metabolitos que se acumula en un individuo o una población se define como "carga corporal".

Biomonitorización de contaminantes industriales

No es sorprendente que las toxinas puedan tener efectos perjudiciales a largo plazo sobre nuestra salud y bienestar. De hecho, numerosos estudios científicos han relacionado sustancias y comportamientos tóxicos con diversas enfermedades neurocognitivas, metabólicas, autoinmunes y cardiovasculares. En concreto, el Alzheimer, el Parkinson, la diabetes, el autismo, las alergias, el TDAH, la depresión, la EII y el cáncer (entre otras) se han relacionado con las toxinas de nuestro entorno, nuestros hogares y nuestro estilo de vida. 

Sin embargo, los efectos negativos de las toxinas también pueden ser insidiosos y sutiles. Los primeros signos y síntomas comunes pueden ser difíciles de distinguir de otros problemas de salud. Por ejemplo, fatiga, dolores musculares y articulares, migrañas, trastornos gastrointestinales, problemas cutáneos (erupciones, acné, eczema, etc.), desequilibrios hormonales, ansiedad/depresión, insomnio, mal aliento y confusión cerebral. 

Además, las enfermedades rara vez tienen su origen en un único agente causal. La gran mayoría de los expertos en salud coinciden en que la genética desempeña un papel en la predisposición de los individuos a los efectos de las toxinas. Ya es un lema bien establecido en medicina que "la genética carga el arma, pero el entorno aprieta el gatillo". 

Uno de los principales factores genéticos relacionados con la carga tóxica es nuestra capacidad para producir y utilizar Glutatión - un compuesto que se encuentra de forma natural en el hígado y que se considera el antioxidante más importante que produce nuestro organismo.

Otro factor, quizá menos obvio, que puede aumentar su susceptibilidad a las toxinas y las enfermedades es la salud intestinal. Como mencionamos en nuestro reciente entrada de blog sobre salud intestinalcuando nuestro intestino está en un estado de disbiosis (desequilibrio) todo nuestro organismo se ve afectado. Las toxinas no sólo pueden contribuir a la disbiosis, sino que la disbiosis puede exacerbar los efectos de las toxinas.

Aunque no podemos cambiar nuestra genética ni eliminar todas las influencias tóxicas de nuestra vida (ni deberías volverte loco intentándolo), hay algunas formas relativamente fáciles y asequibles de reducir nuestra carga tóxica. Considéralo el regalo navideño para ti y para tus seres queridos que no se acaba nunca. 

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